Soy la propietaria de una pequeña empresa; para mí la tarea de crear y enviar facturas, por lo general, está llena de pensamientos alegres: he hecho mi trabajo y ahora le toca pagar al cliente; pan comido, hasta que una mañana, al iniciar sesión en mi programa de contabilidad basado en la nube, me encuentro con una ventana emergente que anuncia alegremente: “¡hemos cambiado por completo la interfaz de usuario para proporcionarle una mejor experiencia!” Temiéndome lo peor, intento deshacerme de la ventana emergente, pero no lo consigo; lo vuelvo a intentar, una, dos, tres veces, hasta que me aparece un video demostración, que para mí consiste en cuatro minutos de música corporativa aburridísima. Tengo que pedirle a un compañero vidente que le dé a descartar, tras lo cual me encuentro con que la nueva interfaz es totalmente inaccesible con el lector de pantalla. Pruebo un par de navegadores distintos, cargo una máquina virtual para probar un sistema operativo distinto, pero nada funciona. Una vez más una actualización se ha cargado mi dinámica laboral: la tercera vez este mes; esta vez dejándome sin ingresos